sábado, 12 de febrero de 2011

“Cordero patagónico a las llamas”. Memorias de viaje Sur 2011. ( Parte 2 bis: El Calafate … )

A las 7 de la tarde salís a caminar por las cuadras céntricas de El Calafate, Pcia de Santa Cruz y te invade un aroma a corderito asado. Es un paseo muy tentador ya que en esas cuadras se ubican decenas de restaurantes, asadores y pizzerías. Pero sin duda la vedette de la tarde es el cordero hecho en estaca a las llamas.

Y digo “de la tarde” ya que en El Calafate anochece alrededor de las 23 hs generalmente en épocas de verano, por lo que perfectamente hay días en que te encontrás cenando a las 21.30 de la noche con sol.

Eso fue lo que me sucedió el día en que decidí salir a patear la calle hasta encontrar un lugar que fuera el que mis sentidos me dijeran que era el indicado para sentarme por fin a degustar el mítico corderito patagónico.


El lugar elegido fue un asador que se encontraba a una cuadra de la calle principal. Es que muchas veces basta alejarse unos 100 metros y por arte de magia baja la cuenta a pagar en un 20% al menos.
El lugar se llamaba “Bien de campo”, y realmente me atrajo no solamente ver al parrillero realizando tan bella arte sino que se notaba que en ese lugar seguramente se debía comer el cordero bien como se debe, nada de plato de alta cocina en esta oportunidad. Directo de la estaca al plato con sal y a lo sumo un poquito de limón.

Es que yo buscaba eso, sentir en el paladar el sabor clásico de tal. Para otra ocasión quedaría el gigot de cordero en salsa de arandanos con finos hongos de lenga patagónica… Yo solo necesitaba una porción de cordero y una ensalada de lechuga y tomates….

Anselmo en acción...

La cuestión es que te ubicas en una mesa, agarras el plato y enfilas hacia el parrillero directamente en donde le pedís al asador que te sirva el trozo que mas te apetezca.
- “Como acá no vas a comer cordero en ningún lado…. “dijo Anselmo cuando me arrime con mi plato en busca del manjar….

Y creo que no se equivoco. En esa oportunidad me sirvió una porción de cuarto trasero, o pata o gigot.
Claro que mi incursión no término ahí, luego de un rato devuelta a la carga…
- Acá cocino entre 4 y 5 corderitos por noche, dice el asador…
El interlocutor, (o sea yo), me mostré interesado, como no podía ser de otra manera, entonces Anselmo se soltó: renglón seguido dispara:
- Pesan entre 10 y 15 kilos cada uno y al final de la noche no queda ni el rastro de ellos… Siguio diciendo:
- Solo sal y limón, mucha leña para generar llama constante, estaca de por medio lo tengo listo en alrededor de 3 horas y media, como si estuviera dando una clase de cocina a los fuegos.
- Por ultimo, lo saco a la tabla, lo desposto y lo mando a la parrilla para mantenerlo calentito y darle el dorado final….
A esa altura yo ya tenia demasiada información, y se me hacia agua la boca nuevamente.
- Y ¿? Me dice, - que vas a querer?...
- Lo que usted mande amigo, fue mi contestación.
Recibí nada mas ni nada menos que unas costillitas en las que asomaba también el lomito del cordero. Sin palabras …..


El punto de cocción típico de esa zona es bien doradito por fuera y tirando a rosado por dentro. Digo esto porque como una vez conté en este blog, quien se especializa en cordero a la parrilla es mi padre y por estas latitudes no se acostumbra tanto a sacarlo rosado, sino que tirando a mas cocido. Bueno, son cuestiones de lugares y gustos….

Faltaba mi tercera y ultima visita a Anselmo. En esta ultima oportunidad me dio paleta, en verdad era el ultimo sector del cordero que no había degustado, por lo que con esa pasada termino mi ritual de cena.
No habrá sido mucho ¿? Jaja, puede ser, es que era imposible resistirse a la tentación de reincidir en la búsqueda de un poquito más!



Por fin, siendo las 23, 30 hs recien la noche empezaba a ganarle al dia… Me corrí ahora si a la parte bien céntrica y me fui a “Ovejitas de la Patagonia “, una casa de chocolates y helados artesanales.
Fue allí donde deguste por primera vez el helado de “calafate”.

Planta elaboradora. A unas 10 cuadras del centro.

Como sabrán, la ciudad recibe el nombre de la planta de calafate. Es un fruto de los llamados del bosque, redondito chico, color violáceo y con un gusto un tanto difícil de describir aunque predomina un agridulce bastante balanceado.
La confitura de calafate o en esta ocasión el helado, obviamente que luego del procesamiento queda un tanto dulce y pierde un poco el sabor del fruto original.


En fin, dice la leyenda que quien prueba de la planta de calafate vuelve alguna vez al Sur. Será verdad?
No se, en una caminata por la árida Patagonia me encontré con una planta de calafate y por las dudas me baje media docena….

En un tiempo les cuento ….


Algunas instantáneas de El Calafate Santa Cruz Argentina…


Glaciar Perito Moreno. El Calafate, Santa Cruz, Argentina.

Suerte y hasta la proxima!
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