Ingredientes:
Tentáculos de calamares ( acepta el tubo pero prefiero utilizarlos en otra preparación )
Cebolla de verdeo 1 unidad
Ajo ½ diente
Morrón rojo ½
Puré de tomates dos cucharadas generosas
Una cucharadita de fécula de maíz
Aceite de oliva c/n
Sal y pimienta a gusto
Jugo de ½ limón
Perejil picado una cucharada
Vino blanco ½ taza de té.
Preparación y algo más...
Comenzamos preparando la “mise en place” ( este término francés, "Mise en place" significa preparar, disponer todos los elementos necesarios para una determinada tarea o trabajo. Cuando nos referimos a la organización de una cocina, estamos hablando de tener dispuestos todos los instrumentos, ingredientes y alimentos preparados para cocinar )
Esto es importante ya que la cocción de esta cazuela es rápida, por lo que siempre conviene tener todo preparado.
Entonces, si compramos el calamar entero, lo limpiamos y luego cortamos el tubo en aros y los tentáculos en tiritas y reservamos ( consejo: si quieren pueden reservar los aros del tubo para prepararse unas buenas rabas a la romana). En un recipiente disolvemos la fécula de maíz en el puré de tomates y agregamos unos hilos de aceite de oliva, sal y pimienta, una pizca de azúcar y reservamos. Luego cubeteamos el morrón, cortamos la cebolla de verdeo al sesgo, picamos el perejil y el ajo, fileteamos los champiñones y por ultimo exprimimos el limón.
Una vez hecho esto, calentamos una sartén, colocamos el aceite de oliva y empieza la música de la cocina…. Si, esa que se oye al tirar la cebolla y el ajo al sartén bien caliente. Percibimos esa lucha de temperaturas en donde la cebolla primero se resiste, pero luego deja seducirse y comienza a ablandar y transparentar. Entonces faltan los colores. Invitamos al ruedo al pimiento, se crea ese contraste inigualable que le otorga el rojo. La hoja del verdeo aporta lo suyo y quiere ser parte del acto. Ni que hablar del calamar con ese color blanco rosado, entonces, es su turno, para que esperar... Acto seguido los champiñones piden acción y allí van. Y es entonces cuando nos encontramos con esa explosión de colores y olores que vamos a coronar con una generosa lluvia de ese vino color dorado, que nos va a servir para desglasar todos los sabores que se van adhiriendo al sarten e imprimir esa personalidad tan suya de la uva añejada.
Un minuto antes de apagar el fuego vertimos la preparación del puré de tomates que habíamos reservado. Y siempre revolviendo con una aliada incondicional de los cocineros ( la cuchara de madera ) esta historia va llegando a su fin.
Sal, pimienta se hacen presente (protagonistas en todas pero todas las recetas). Apagamos el fuego, los ruidos empiezan a serenarse y los sabores a acentuarse. El toque de frescura nos lo dará el jugo exprimido del limón y por encima perejil picado.
No queda más nada, solamente el recuerdo de esos 5 minutos ( no debe llevar más tiempo ) en que un montón de ingredientes se fusionaron y, con nuestra ayuda, nos brindaron lo más noble de cada uno de ellos.
Entonces, nos sacamos el delantal, vamos con la preparación directo a la cazuela y acompañados de una buena jarra de cerveza bien fría, nos relajamos, hacemos nuestro este manjar y yo, como siempre, les digo de corazón: suerte, y hasta la próxima…
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